lunes, 22 de diciembre de 2014

Un médico y una partera condenados en el juicio por la maternidad clandestina de Campo de Mayo

El Tribunal Oral Federal Nro. 6, que integran los jueces María del Carmen Roqueta, Julio Panelo y Jorge Humberto Gettas, condenó a Santiago Omar Riveros a 30 años de prisión; al ex dictador Reinaldo Bignone a 16 años; al médico militar Norberto Atilio Bianco a 13 años; y a siete años para la partera Yolanda Arroche de Sala García, en el juicio conocido como “Médicos de Campo de Mayo”, que intentó echar luz sobre las responsabilidades de los profesionales en la maternidad clandestina que funcionó en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Por su parte, el médico Raúl Eugenio Martín resultó absuelto.
Durante la jornada, los imputados Arroche, Bianco, Bignone, Martín y Arroche hicieron uso de la palabra, negando la participación en los delitos de apropiación de menores y privación ilegal de la libertad de los que se los acusaba.
Arroche desconoció haber firmado la partida de nacimiento de Francisco Madariaga, prueba fundamental para su condena. Bianco, reconocido por sobrevivientes como jefe de la maternidad clandestina, intentó eludir las acusaciones bajo la excusa de que él era médico traumatólogo. "Es inaudito que se diga que yo atendí una cesárea. Soy traumatólogo", dijo Bianco, que ya había sido condenado por la apropiación de Pablo Casariego Tato. Por su parte, Martín se escudó en su rol profesional e insistió en que no podría haber recibido órdenes de un superior para realizar ilícitos. El último en hablar fue Bignone, quien aseguró: “Desde que se inició la guerra revolucionaria en la Argentina, desatada por los terroristas, en todas mis funciones hasta que entregué el mando nunca ordené, ni autoricé, ni avalé, ni justifiqué la apropiación de un menor de diez años, como tampoco la falsificación de documentación”.

Los imputados llegaron a Tribunales cuatro horas más tarde de la hora fijada para el inicio de la audiencia. Luego de dar las últimas palabras hubo un cuarto intermedio que cesó a las 18 horas, cuando el Tribunal dio a conocer la sentencia. Cuatro de los cinco imputados por los casos de apropiación de los hijos de Marta Álvarez, Susana Stritzler, Mónica Masri, Valeria Beláustegui Herrera, María Eva Duarte, Myriam Ovando, Silvia Quintela Dallasta y Liliana Isabel Acuña fueron condenados. Aunque nos queda un sabor amargo por la absolución de Martín, celebramos la sentencia, muestra de que el plan sistemático de apropiación de menores durante la dictadura no se podría haber ejecutado sin la complicidad de médicos, civiles y militares.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Convocamos a la sentencia en el juicio a los médicos de Campo de Mayo, el lunes a las 17 hs.


GACETILLA DE PRENSA
Abuelas de Plaza de Mayo informa que, el lunes 22 de diciembre a las 17, en la sala Amia de los Tribunales de Comodoro Py, el TOF Nro. 6 dará a conocer la sentencia en el juicio a los médicos de Campo de  Mayo, un desprendimiento de la causa por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores. Desde las 10, los acusados podrán decir las últimas palabras.
Los imputados en este juicio son: Norberto Bianco, quien ocupaba un rol clave en la maternidad clandestina del centro de detención de Campo de Mayo; Raúl Eugenio Martín, jefe de la División de Clínica Médica de ese hospital entre 1976 y 1978; la obstetra Luisa Yolanda Arroche, y los jefes de la zona, Santiago Omar Riveros y Reynaldo Benito Bignone.
            Durante las audiencias, que se desarrollan desde el 17 de septiembre último, los jueces María del Carmen Roqueta, Julio Luis Panelo y Jorge Humberto Gettas pudieron analizar los casos de apropiación de los hijos de Marta Álvarez, Susana Stritzler, Mónica Masri, Valeria Beláustegui Herrera, María Eva Duarte, Myriam Ovando, Silvia Quintela Dallasta y Liliana Isabel Acuña.
            Esta última audiencia será en la Sala Auditorio de los Tribunales de Comodoro Py 2002 (Retiro). Los mayores de 18 años pueden ingresar presentando su DNI. Más información en http://medicosdecampodemayo.blogspot.com.ar/
            Esperamos que nos acompañen en la resolución de este proceso en busca de justicia para nuestros/as nietos/as robados por el terrorismo de Estado.

Ciudad de Buenos Aires, 19 de diciembre de 2014.


jueves, 9 de octubre de 2014

Testigo clave de Campo de Mayo olvidó que atendió a mujeres cautivas

(Fuente: Infojus Noticias)
Por Cecilia Devanna
Ernestina Larretape tiene 80 años,  una salud algo deteriorada y una memoria en similares condiciones. Al menos así lo evidenció hoy, en el juicio oral y público por la apropiación de menores ocurrida durante la última dictadura en el Hospital Militar de Campo de Mayo, donde su testimonio era esperado por lo que ya había aportado en otras oportunidades. Frente al Tribunal Oral en lo Federal N 6 esta mujer, que trabajó como enfermera, no recordó  lo que ya había declarado y aseguró que del primer menor secuestrado que supo fue “el nieto de esta Madre de Plaza de Mayo (sic) que apareció ahora, nada más”, pero en su relato habló de tres “parturientas N.N” a las que les llevó sus bebés. En la audiencia de hoy también declararon un médico y una auxiliar de enfermería.
En la causa están imputados el dictador Reynaldo Bignone y Santiago Riveros, responsables de la zona; los médicos militares Norberto Bianco y Raúl Eugenio Martín y la obstetra Yolanda Arroche de Sala García. La mujer reconoció, en un juicio anterior, haber atendido partos de mujeres en cautiverio en el marco del plan sistemático de apropiación de bebés. Por ese delito de lesa humanidad en 2012 se condenó a penas de hasta 50 años de cárcel a los acusados, entre ellos el fallecido Jorge Rafael Videla.
Riveros y Bignone fueron condenados ayer a prisión perpetua y a 23 años de prisión respectivamente en el juicio por delitos de lesa humanidad en el que se ventilaron los secuestros y desapariciones de 32 obreros de las plantas de los astilleros Astarsa y Mestrina y de las cerámicas Lozadur y Cattáneo.
Durante su testimonio, Larretape aseguró que no supo de los niños apropiados y que de los desaparecidos “algo escuchó” por los medios. No recordó cuándo había sido el gobierno de Raúl Alfonsín, ni qué había sido la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), ni que ella se había presentado espontáneamente allí en mayo de 1984. Ni que allí habló de entre 10 y 15 pacientes, que no tenían historias clínicas y que tanto ellas como sus hijitos eran conocidos como N.N. De todo eso, Ernestina Larretape, hoy no recordó nada. Sí reconoció su firma en el documento de la CONADEP y que había estado declarando en otra oportunidad, en la sede Comodoro Py.
Nadie sabe nada
-Con todo respeto le pregunto- le dijo el querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Iud, a Larretape- ¿usted tiene algún diagnóstico de senilidad?
-Recuerdo las cosas de mi niñez, pero no las del presente. Me acuerdo de los 5, 6 años, cuando jugaba con las muñecas, hacía travesuras. Ahora me tengo que operar, respondió la mujer. Me tienen que hacer un reemplazo de cadera, agregó.
La pregunta de Iud llegó después de más de una hora de declaración de Larretape, que trabajó desde 1972 hasta el años 2000 como enfermera del Hospital Militar de Campo de Mayo.
La mujer, alta, fornida, con el cabello enrulado teñido de rubio, sí recordó haber ido tres veces al sector de epidemiología  “a llevarles los bebés a las puérperas N.N”. Larretape explicó que todas las veces fue por separado, que las mujeres no tenían los ojos vendados y que les llevó los bebés, que estaban en la nursery del hospital, también como N.N. Explicó que siempre los llevó entre las 13 y las 17, porque esa era la indicación que tenía.  “Te dejaban una notita, que ese bebe correspondía a una N.N que estaba en epidemio”, detalló cuando le preguntaron quién le había dado la orden de que debía llevarlos.
La mujer dijo que a los bebés los llevaban al pabellón con una bolsita con todo lo necesario para su cuidado. “La ropa (que ponían en la bolsa) se la sacábamos nosotras a las otras puérperas, a veces pecábamos porque no les decíamos que se las sacábamos”. La presidenta del Tribunal,  María del Carmen Roqueta, le preguntó entonces por qué, si los bebés estaban desnudos, si no tenían cosas, y Larretape contó que estaban vestidos “pero no tenían tantas cosas como los (hijos) de las otras parturientas”.
También recordó que, cuando las parturientas estaban en condiciones de retirarse, “un Renault 12 celeste, en la gama del azul,  pasaba con la mamá en el asiento de atrás, por la puerta de la maternidad y yo le entregaba el bebe y ella se lo llevaba. No sé quien conducía. Llamaban por teléfono y decían ‘bajen con el bebe que la mamá se va’”.
Después fue el turno de Mario José Luchetta, un médico ginecólogo jubilado de 79 años que trabajó en el Hospital de Campo de Mayo desde 1966 hasta que su retiro en 2010. Su testimonio duró menos de veinte minutos. El hombre, que atendía en los consultorios externos del Hospital reconoció haber escuchado que “se hacían partos en el fondo del hospital, en un pabellón que se usaba para esos partos. Me parece que era el pabellón de infecciosas, pero no estoy seguro. Nunca tuve que ir a asistir. Yo escuché que los partos los hacía (el fallecido jefe de servicio de Obstetricia, Julio César) Caserotto”.
Isolina Cordero fue auxiliar de enfermería en varios sectores del Hospital. A los 59 años llegó en sillas de ruedas y se sentó a declarar. Entró a trabajar al Hospital en la década del 70 y lo hizo hasta hace cuatro años, cuando le dieron licencia por problemas de salud. Su testimonio fue el más breve de todos: no supo de mujeres detenidas en el Hospital. No escuchó rumores ni comentarios de que ellas estuvieran ahí. No escucho hablar del servicio de epidemiología. Después contó que de Bianco sabía que tenía hijos y que después se enteró por televisión que “estaba en Paraguay por que decían que se había apropiado de chicos, pero fue por la televisión”.
La audiencia entró en un cuarto intermedio hasta el próximo lunes 20 a las 9:30 de la mañana.

“No sé para que las cuidamos tanto si después las tiramos al río”

(Fuente: Infojus Noticias)
Por Cecilia Devanna
Una obstétrica y una laboratorista que durante los años de la dictadura trabajaron en el Hospital Militar de Campo de Mayo declararon hoy frente al Tribunal Oral Federal Nº 6.  También dio su testimonio una perito calígrafa. Las tres lo hicieron en el marco del juicio oral y público por la sustracción de menores ocurrida durante la última dictadura. “No sé para que la cuidamos tanto si después la tiramos al río”, aseguró la partera Elba Lillio, que escuchó decir al jefe de Obstetricia del Hospital, Julio César Caserotto, sobre una mujer a la que le habían hecho una cesárea.
En la causa están imputados el dictador Reynaldo Benito Bignone y Santiago Omar Riveros, responsables de la zona; los médicos militares Norberto Bianco y Raúl Eugenio Martín y la obstetra Yolanda Arroche de Sala García. La mujer reconoció, en un juicio anterior, que atendió partos de mujeres en cautiverio en el marco del plan sistemático de apropiación de bebés. Por ese delito de lesa humanidad en 2012 se condenó a penas de hasta 50 años de cárcel a los acusados, entre ellos el fallecido Jorge Rafael Videla.
Canosa, de piel blanquísima y ojos claros, con una vincha rosa y anteojos blancos, Lillio se sentó a declarar y cuando le preguntaron su edad dijo “soy del 29, así que tengo 84, 85”. Jugando con sus dedos enredó la correa de sus anteojos y las cadenitas que tenía colgadas. Las movió tanto que su hija tuvo que acercarse a ayudarla. La audiencia estuvo parada casi diez minutos.
Lillio trabajó en el hospital desde 1975 hasta 1982. Primero hizo guardias, pero después como no se llevaba bien con Caserotto (ya fallecido), pasó a administración. Contó que el jefe del servicio un día “fue a otro lugar del hospital (más tarde recordó que era el sector de Epidemiología) que había una internada, embarazada. Yo no tengo idea si estaba detenida. Lo relaciono ahora con eso, porque él no dijo nada, pero no me consta”.
Después recordó haberlo escuchado decir: “’No sé para que las cuidamos tanto si después las tiramos al río’. Él se refería a que habían hecho una cesárea, entonces se refería a esa mujer y la herida”, explicó. Y agregó: “Juro por Dios que pensé que era una broma. Le dije ‘ay doctor’, y él me dijo, ‘Usted siempre está en la luna’. Los comentarios que él hacía yo siempre los tomaba como que no estaba en su sano juicio, porque era así una persona muy… No quiero ser mala: muy desagradable”. 
Cuando le dijeron que su testimonio había concluido, les dijo a los jueces que quería disculparse. Emocionada y con los ojos llenos de lágrimas, contó que cuando se conocieron públicamente los hechos, ocurridos durante la dictadura, ella fue a ver a un cura: “Me quise morir cuando supe lo que habían hecho. Es un dolor muy grande para mí. Cómo puedo haber sido tan tonta, que haya pasado todo eso y yo me haya dado cuenta”, dijo. Su hija, también emocionada, la ayudó a levantarse.
No sabe, no contesta
Nora Haydee Di Nápoli tiene 61 años y  desde hace 42 trabaja como técnica de laboratorio en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Desde el comienzo su testimonio fue escueto y estuvo marcado por los “no”.  No vio nada que le llamara la atención durante la época de la dictadura militar. No vio movimientos distintos en el Hospital. No vio o interactuó con autoridades militares. No supo, ni vio, mujeres embarazadas detenidas. No fue nunca al pabellón de Epidemiología del hospital.
El primer sí llegó con una pregunta de la fiscalía.
-¿Supo si el Hospital tuvo algún tipo de intervención en la lucha contra la subversión?
-Supongo que sí, que habrá tenido alguna intervención, pero no le sé decir respondió.
Patricia Inés Méndez tiene 63 años y hace tres que se jubiló como perito calígrafa del Cuerpo de Peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Contundente con sus palabras y vehemente hasta en sus gestos, dijo que la firma del acta de nacimiento que le tocó analizar en diciembre de 2010  “proviene de la mano de la doctora Yolanda Arroche de Sala García”.
El acta era la 331 del año 1977, del Hospital Militar, y corresponde al nacimiento de Francisco Madariaga, el nieto 101 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo y cuyo padre, Abel, es el secretario de la organización.
¿Hay alguna duda?,  agregó Méndez. “Está absolutamente todo detallado en el peritaje”, completó moviendo sus manos y describió, con seguridad, las circunstancias literales, numéricas y firmas que daban cuenta que había “correspondencia gráfica” con la  tipografía de Arroche de Sala García.
Su determinación fue in crescendo ante cada pregunta que le hizo el defensor de la médica, que intentó poner el foco en el nivel de autenticidad que podía tener el material que ella había analizado para hacer la comparación y determinar que la firma era de Arroche de Sala García.  La mujer que contó que se lo había mandado un juzgado y que había un legajo de Arroche de Sala García para comparar. “Es un peritaje hecho a conciencia”, remató con un dejo de indignación.
La audiencia entró en un cuarto intermedio y se reanudará por la tarde con el testimonio de la enfermera Ernestina Larretape. Es esperada por las diferentes partes: la mujer aportó datos importantes en declaraciones previas.

viernes, 3 de octubre de 2014

Continúan las audiencias en el juicio a los médicos de Campo de Mayo

            Abuelas de Plaza de Mayo comunica que el lunes 6 de octubre, desde las 9.30, declararán médicos y enfermeras del Hospital Militar de Campo de Mayo y una perito calígrafa en la causa que tiene como imputados a Norberto Bianco, quien ocupaba un rol clave en la maternidad clandestina del centro de detención de Campo de Mayo; Raúl Eugenio Martín, jefe de la División de Clínica Médica de ese hospital entre 1976 y 1978; la obstetra Luisa Yolanda Arroche, y los jefes de la zona, Santiago Omar Riveros y Reynaldo Benito Bignone.
            En este juicio, un desprendimiento de la causa por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores, se analizan los casos de apropiación de los hijos de Marta Álvarez, Susana Stritzler, Mónica Masri, Valeria Beláustegui Herrera, María Eva Duarte, Myriam Ovando, Silvia Quintela Dallasta y Liliana Isabel Acuña.
            La audiencia se desarrollará en la Sala B, en la Planta Baja de los tribunales de Comodoro Py 2002, Retiro. Los mayores de 18 años pueden asistir presentando su DNI.
Para más información sobre el juicio, se puede visitar el sitio http://medicosdecampodemayo.blogspot.com.ar/
            Esperamos contar con su presencia en este juicio que busca esclarecer los crímenes del terrorismo de Estado contra nuestros/as hijos/as y nietos/as desaparecidos.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Declararon una partera y otros tres testigos con mala memoria


En la sala B de los tribunales de Comodoro Py se realizó hoy una nueva audiencia de declaraciones testimoniales en el juicio a los médicos apropiadores de Campo de Mayo. Se les tomó declaración a los testigos previstos salvo a María Dolores Cartagena, desestimada por decisión de los jueces y el acuerdo de todas las partes.

Nélida Valaris
Obstétrica, compañera de guardia de la médica Nélida Bonsignore de Petrillo –quien ya declaró en el jucio–, Nélida Valaris vio a detenidas embarazadas en Campo de Mayo y ya declaró en su oportunidad ante la Conadep.
“Le dijimos al doctor Casserotto que íbamos a ir a declarar, y en ese momento era grave porque ignorábamos toda la secuencia de lo que había pasado. Esto fue en el edificio del ´Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas´, frente a la Casa de Gobierno. Estaban Di Benedetto (por entonces director del Hospital Militar), Casserotto y había otros personajes, abogados tal vez, que nos interrogaron sobre por qué queríamos hacerlo, y nosotras expusimos que era el Presidente de la República Raúl Alfonsín el que nos reclamaba declarar”.
“Nosotras” eran: ella misma, otra partera que no recordó el nombre y la médica Bonsignore de Petrillo. Después de esto, Valaris fue amenazada por Casserotto: “Me dijo que iba a mirar las margaritas desde abajo”. “Fue un personaje bastante siniestro en mi vida”, aclaró y a continuación narró dos partos de detenidas en los que participó, uno en el sector de quirófanos (en la sala de partos) y otro en la cárcel de encausados de Campo de Mayo.
“En el primero, la paciente ya estaba ahí. Era una mujer de unos 40, 41 años, llamativa, muy canosa, el pelo casi blanco, no emitió un sonido, ni una queja, ni un llanto, ni nada, con los ojos vendados y con custodia militar en la puerta, una o dos personas armadas”.
“Después fui tres o cuatro veces al sector de Epidemiología junto con Casserotto a controlar embarazadas. Había una habitación a la izquierda, al ingresar, siempre iba a esa habitación, una sola paciente había siempre, íbamos cada siete días, no tenían historia clínica, lo único que me hacían hacer era auscultar los latidos, la presión, era nomás un control. No hablé nada con estas mujeres, las que vi siempre estaban con los ojos vendados con gasa, acostadas en la cama, vestidas, había luz eléctrica, un ventanal arriba de la cabecera de la cama, sellado. Te sugerían que te sacaras la identificación para ir a ver a estas mujeres, la sugerencia venía de los militares, de Casserotto o de la custodia. Y en los cambios de guardia, en los pasillos, se hablaba que había detenidas, ´sediciosas´, ´NN´”.
“El otro parto, el de la cárcel, puede haber sido en el 77, 78. Me resistí, estaba nerviosa, hacía un frío espantoso, era una mujer de unos 30 años o menos, tez clara, rubia, con los ojos vendados, estaba en período de expulsión ya, y dio a luz un varón, había mucho personal militar. Me sentí tan mal, atendí el alumbramiento, saqué la placenta, le di anestesia, suturé, me llevaron al Hospital de vuelta y ahí tuve una crisis muy fuerte con Casserotto, le dije de todo, me dijo que lo tenía que hacer porque lo decía Di Benedetto, me pareció una injusticia terrible que yo tuviera que vivir una cosa de esas. Años después Di Benedetto lo negó y me hicieron un careo con él, creo que en el juzgado de San Isidro”.
Esta detenida, según Valaris, no parecía primeriza, estaba muy tranquila. La obstétrica no firmó ningún papel de este parto ni del anterior, que fueron de día los dos. Los registros de estos nacimientos, según ella, los manejaba Casserotto. Y sobre Bianco, con quien no tenía contacto, destacó que los comentarios del personal lo sindicaban como el que llevaba y traía a las embarazadas. No recordó haber visto a Riveros y a Bignone en el Hospital Militar pero sí recordó a la imputada Arroche, colega suya, porque tenían guardias contiguas.

Ernesto Abel Fridman
Médico, de 70 años, Ernesto Fridman –testigo pedido por la fiscalía– trabajó entre 1972 y 1977 en el Hospital Militar.
“Me desempeñaba como médico del Servicio de Obstetricia. Trabajaba tres veces por semana en consultorio externo por la mañana, y una vez por semana hacía una guardia pasiva de 24 horas, o sea que si ocurría algún parto y éste presentaba alguna complicación, la partera se comunicaba conmigo, por radiollamado, y yo iba al Hospital a solucionar el problema. El doctor Casserotto era el jefe del Servicio”.
“En una oportunidad fui a ver a una mujer fuera de Maternidad que tenía custodia, vendados los ojos, no me sentí cómodo, le hice quitar el vendaje y la atendí. No me acuerdo si era una puérpera o si estaba con contracciones. Fue un hecho inusual. No ocurrió durante una guardia sino un día que estaba en el consultorio. Pregunté y me dijeron que era una mujer detenida. Era una habitación con una camilla. Estaba sola, el custodio afuera, no recuerdo cómo era la habitación ni la cara de la mujer. Hablé con ella pero no más que lo que se habla en una atención médica, conmigo entró la enfermera o la partera, no estuve solo con la detenida”.
Fridman no comentó con nadie este hecho, que ubicó en el 76, sólo con su familia cuando llegó a su casa ese día. En noviembre o diciembre de ese año, luego de esta situación, Fridman se fracturó, estuvo tres meses inmovilizado y a la vuelta, ya implementadas las guardias activas en el Hospital, renunció porque ya no podía, por una cuestión de tiempos, seguir trabajando allí.

Ramona María del Huerto Cencenaro
Viuda, de 64 años, Ramona del Huerto Cencenaro ingresó al Hospital Militar en 1978, como enfermera, y se acaba de jubilar como instrumentadora quirúrgica.
“Trabajé en Obstetricia hasta el 82. Pasé luego a terapia intensiva y más tarde a quirófanos. Nunca vi mujeres detenidas embarazadas. No escuché comentarios ni pregunté. Supe después a través de los diarios y supe, cuando volvió la democracia, que un grupo de compañeros habían declarado [ante la Conadep]”.
“Nunca fui citada a declarar, sí ante las autoridades militares en el Comando de Institutos Militares, para saber si sabía algo de lo que había ocurrido, si yo sabía que se apropiaban de chicos, si había embarazadas que estaban prisioneras, no sé quiénes eran las personas que estaban ahí, no sé si alguien más declaró”.
Fiscalía, querella y los propios magistrados trataron de refrescar la mala memoria de Cencenaro. La propia presidenta del tribunal, María del Carmen Roqueta, le leyó su declaración ante la justicia militar en la que la testigo aseguraba que “en dos o tres oportunidades tuvo que acompañar a Casserotto a asistir a pacientes internadas en Epidemiología”. Se trataba de detenidas que ya habían dado a luz. “Puede ser, no recuerdo, pero si está escrito así, es probable”, dijo sin convicción Cencenaro, cuyo testimonio no aportó nada útil al juicio.

Jorge Luis Eposto
Técnico radiólogo primero, después enfermero, Jorge Luis Eposto (65) trabajó en el Hospital Militar en su doble rol de guardia militar y guardia de radiología. Como guardia militar, Eposto hacía relevos en distintos puestos del Hospital y vigilaba las calles internas. Cabo primero, fue dado de baja en el 83 con el grado de sargento.
Tuvo conocimiento de las embarazadas detenidas “por lo que se hablaba” en el Hospital: “Yo no vi nada, nunca entré al servicio de partos, decían que las tenían atadas, era vox pópuli. El pabellón de Epidemiología, al fondo, estaba cerrado. Tenía una guardia que no era del hospital, las ventanas cerradas, varias veces hemos visto bajar gente de un camión y que las metían ahí adentro, decían que eran extremistas y que los traían ahí”. 
A Eposto, como a casi todos los testigos del juicio, se le leyeron declaraciones anteriores que ni él mismo recordaba. En una del año 85 había dicho, ante otro tribunal, que visitaba frecuentemente el sector de Epidemiología y que allí había visto a embarazadas detenidas, “atadas y con suero”. Y se le leyeron varias cosas más que al testigo parecen habérselo perdido en el tiempo. 
Consultado por los imputados en el juicio, contó que vio varias veces a Riveros en el Hospital, no así a Bignone. Y sobre Bianco dijo que "formaba parte del grupo de tareas". "Esto me lo comentó en el 77 un enfermero de Radiología, que trabajaba conmigo, que salía a buscar gente, extremistas, con Bianco", dijo. También se refirió a otras situaciones sinietras del infierno que fue Campo de Mayo pero sin mayores precisiones acerca de quién se las dijo, o cuándo las vio, o por qué antes declaró una cosa y ahora otra.

martes, 30 de septiembre de 2014

Testigos previstos para mañana

Los siguientes son los testigos citados para mañana miércoles 1º de octubre:
Nélida Valaris 9:30
Ramona María del Huerto Cecenarro 10:30
Jorge Luis Eposto 12:00
Lucía Dolores Cartagena 14:00
Ernesto Abel Fridman 15:00
Para presenciar la audiencia sólo se requiere DNI.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Valeria Gutiérrez Acuña: "Quería buscar la verdad, la verdad te alivia, te sana"


(Foto: Rolando Andrade)

La nieta 110, Valeria Gutiérrez Acuña, recuperó su identidad el 5 de febrero de este año. Valeria supo que es hija de Liliana Isabel Acuña y Oscar Rómulo Gutiérrez, y nieta de Vilma Sesarego de Gutiérrez, una de las fundadoras de la Asociación, que murió antes de poder abrazarla.
Esta mañana, declaró por primera vez públicamente, ante el TOF 6 que juzga a los médicos de Campo de Mayo. Luego, lo hicieron sus tíos paternos, Juan y Rodolfo Gutiérrez.
A continuación, algunas textuales de lo que sucedió durante la audiencia:

Valeria Gutiérrez Acuña
“Isabel y Rodolfo son mis padres biológicos. El nombre que figura hasta hoy en mi documento es Valeria Natalia Fernández, 38 años, casada, comerciante.”
“Mi familia está compuesta por un hermano mayor, uno menor y otro menor. Hace poco nos enteramos que éramos adoptados. Mi papá era Rubén Fernández, trabajaba en la Policía de la provincia de Buenos Aires. Y mi mamá Rita Maggian. Mi prima, hace 2 años, dijo que se enteró que mi hermano era adoptado y le preguntó a su mamá y le dijo que mi hermano y yo éramos adoptados. Me lo contó, me dijo que creía que me lo tenía que decir. La noticia me llamó la atención porque nunca tuve dudas, salvo que con mi hermano nos preguntábamos por qué  mi hermano me llevaba 9 meses. Leticia me lo contó y traté de procesarlo, me sorprendió. Al principio no le dije nada a mi mamá, no quería que se sintiera mal. Pero cuando pensé que podía ser hija de desaparecidos, me pareció que podía preguntar. Le pregunté a mi mamá el año pasado en junio o julio. Le pedí que me contara cómo había llegado, si era vedad que era adoptada, pensé que podía ser mentira. Entonces me cuenta que me habían abandonado en la ruta, un compañero de mi papá les dijo si querían un bebé  porque ellos ya tenían un hijo adoptado y ella dijo: ‘Sí, traela’. Me quedé mal y en octubre del año pasado fui a Abuelas, me hicieron una entrevista y me dieron una fecha para ir Conadi, siempre fui con mi hermano que también es adoptado. A Conadi fui el 6 de noviembre, y el 5 de febrero me dieron el resultado positivo: era hija de Oscar Gutiérrez e Isabel Acuña. Conocí a mis tíos porque mi papá tenía dos hermanos, mis abuelos estaban fallecidos, de mis padres supe que eran Montoneros que trabajaban, ella daba clases de matemáticas.
- ¿Después volviste a hablar con Rita?
“No, no tuve más información”.
- ¿Qué significó conocer quiénes eran tus padres? 
“Para mí fue un alivio porque yo quería saber quiénes me habían tenido, no quería sentirme abandonada, quería buscar la verdad, saber la verdad, la verdad te alivia, te sana, eso es así. Mi fecha es, no sé cuándo nací, hablando con mi mama me dice que yo llegué el 30 de diciembre, pero no sé ni donde nací ni nada”.
“El máximo cargo fue comisario en el ‘87, no me acuerdo el médico que firmó. Yo pensé que había nacido el 30 de diciembre, cuando me dice la verdad me dice que llegué el 30 y en muy mal estado. El 1º me llevó a un médico porque no asimilaba el alimento, eso lo supe siempre, pero cuando me cuenta la verdad es que me cuenta que pensaba que había sido abandonada”.
“De la familia de mi mamá no supe nada porque su hermana también está desaparecida, así que no tengo nada de información de mi mamá. Me contaron que mis papás fueron desaparecidos el 26 de agosto, mi mamá estaba embarazada, se los llevaron de su casa. No me acuerdo el domicilio”.
- ¿Cómo llegó a la casa de los apropiadores?
 Vivían en Lanús, ella estaba un 20 de diciembre en casa. Yo llego a la tardecita noche. Llaman por teléfono compañeros de mi papá y dicen que habían encontrado un bebé en la ruta y como ya tenían a mi hermano adoptado mi mamá dice ‘tráela’. Fernández y Rita estaban en la casa. Rita no tenía contacto con los compañeros de mi papá”.
- Cuando dice que usted y su hermano fueron adoptados...
“No, no fui adoptada, ahora me entero de que no fui adoptada, que tengo una partida irregular, que dice que soy hija de Rita Marggian y Rubén Fernández. De mi hermano dijeron que lo abandonaron en un hospital, mi hermano también hizo el trámite (para conocer su identidad) pero no dio positivo”.
- ¿En lo personal como sienten lo que ha pasado en su vida?
“Fueron momentos contradictorios. Yo estaba contenta con tener mi nueva identidad pero obviamente es doloroso saber todo lo que les pasó a mis padres”.

Los tíos paternos
Juan Gutiérrez: "En febrero de este año Estela de Carlotto llamo para decirme que la hija de Oscarcito nos había encontrado". “Hoy puedo decir que es una mujer hermosa, y que es mi hermano”.
Rodolfo Gutiérrez: “Cuando nos enteramos de la restitución de mi sobrina queríamos conocerla enseguida, abrazarla”. 

viernes, 26 de septiembre de 2014

Declara Valeria Gutiérrez Acuña, nieta 110, en el juicio a los médicos apropiadores de Campo de Mayo

(Gacetilla de prensa) 


Abuelas de Plaza de Mayo informa que el lunes 29 de septiembre, a las 9.30, declarará la nieta restituida Valeria Gutiérrez Acuña en el juicio a los médicos de Campo de Mayo. Esta causa tiene como imputados a Norberto Bianco, quien ocupaba un rol clave en la maternidad clandestina del centro de detención; Raúl Eugenio Martín, jefe de la División de Clínica Médica del Hospital Militar de la guarnición entre 1976 y 1978; la obstetra Luisa Yolanda Arroche, y los jefes de la zona, Santiago Omar Riveros y Reynaldo Benito Bignone.
A continuación, el Tribunal Oral Federal Número 6 -integrado por María del Carmen Roqueta, Julio Luis Panelo y Jorge Humberto Gettas- escuchará el testimonio de los tíos paternos de Valeria, Juan y Rodolfo Gutiérrez.

El caso
Valeria es hija de Liliana Isabel Acuña y Oscar Gutiérrez. La pareja fue secuestrada el 26 de agosto de 1976 en su domicilio de la localidad bonaerense de San Justo. La joven estaba embarazada de cinco meses. Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que la pareja permaneció detenida en la Comisaría 4° de San Isidro, denominada “Las Barrancas”, tras pasar por otros centros clandestinos de detención. A fines de diciembre de 1976, Liliana Isabel dio a luz a una niña.
Desde la desaparición de la pareja, sus familias buscaron incansablemente. Vilma Sesarego de Gutiérrez, abuela paterna, fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.
El 31 de octubre de 2013, una joven se acercó a la Asociación con dudas sobre su identidad y contó que quien figuraba como su madre en la partida de nacimiento, le había dicho que, siendo una beba recién nacida, fue entregada el 31 de diciembre de 1976 por personal de la Policía Bonaerense a quien estaba registrado como su padre, también miembro de esa fuerza.
Por otra parte, desde 2011 también existía una denuncia con sospechas de que la joven podría haber sido apropiada. Valeria fue derivada prontamente a la CONADI y el 8 de noviembre de 2013, se realizó los análisis en el BNDG. El 5 de febrero de 2014, los resultados confirmaron que era la hija de Liliana Isabel y Oscar.

El juicio
El TOF 6 investiga los casos de apropiación de los hijos de Marta Álvarez, Susana Stritzler, Mónica Masri, Valeria Beláustegui Herrera, María Eva Duarte, Myriam Ovando, Silvia Quintela Dallasta y Liliana Isabel Acuña. Este juicio es un desprendimiento de la causa por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores.
La audiencia se desarrollará en la Sala B, en la Planta Baja de los tribunales de Comodoro Py 2002, Retiro. Los mayores de 18 años pueden asistir presentando su DNI.
Para más información sobre el juicio, se puede visitar el sitio http://medicosdecampodemayo.blogspot.com.ar/
Esperamos que los medios y la sociedad en general nos acompañen en este proceso que busca justicia para las víctimas del terrorismo de Estado.


Ciudad de Buenos Aires, 26 de septiembre de 2014.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Cuatro testimonios y varios olvidos y contradicciones

Cristina Elena Ledesma
Como ya es habitual, la audiencia de ayer comenzó con una hora y media de retraso. En primer turno declaró Cristina Elena Ledesma, ex obstétrica del Hospital Militar de Campo de Mayo, actualmente jubilada, cuyo testimonio fue solicitado por la defensa de Luisa Yolanda Arroche.
Ledesma trabajó en el servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Militar de Campo de Mayo entre 1973 y 1987. Realizaba guardias de 24 horas, ingresaba los lunes a las 7 y se retiraba los martes a la misma hora.
Recordó a Julio César Casserotto como el jefe de Servicio durante entre 1976 y 1978, período en el cual dieron a luz las embarazadas desaparecidas cuyos casos se investigan en el juicio. Debajo del director se ubicaba el “médico de servicio” o “médico interno”, siempre un militar, y esta estructura, según Ledesma, era similar en el resto de los servicios.
El “médico interno” era una figura rotativa. Su función consistía en firmar las órdenes médicas y recorrer las distintas áreas. Ledesma mencionó algunos apellidos que se le vinieron a la cabeza, entre ellos “el propio Casserotto, Martín, Bianco [estos dos últimos imputados en la causa]”.
Refiriéndose al servicio ginecológico, la testigo explicó que había médicos “que hacían salas, otros consultorio y por la noche había uno de guardia”. “La de Ginecología estaba compuesta por un médico civil y una enfermera”, explicó.
Consultada por la fiscalía, relató el mecanismo de ingreso y el itinerario normal de las pacientes: “Interveníamos el médico, la neonatóloga y yo. Si había cesárea se lo llamaba al cirujano de guardia. Si se producía el nacimiento, había que consignar todo en el libro de partos: nombre, apellido, DNI, edad, cantidad de hijos que tenía, el peso del bebé, el sexo, la hora del parto, el número de historia clínica. Y después se confeccionaba el certificado de nacimiento”. “Las historias clínicas se hacían todas, siempre”, aseguró, y puntualizó que “la pediatra se ocupaba de la del bebé que se adosaba a la de la mamá”. “Yo entregaba la guardia, a las 7 del martes, con la historia y el certificado listos”.
Ante la pregunta de si conocía a Luisa Yolanda Arroche, respondió: “Era una colega que me tomaba la guardia los martes pero no sé precisar si estuvo esos años, sé que estuvo internada en la División de Infecciosas porque estuvo enferma, con una tuberculosis, más de un año o dos, y hubo que reforzar esa guardia”.
Interrogada sobre el período en el cual estuvo internada Arroche, Ledesma no supo o no quiso dar precisiones. “Estando de guardia, me ponía un barbijo e iba a saludarla, pero nunca fui amiga de ella”, aclaró. “No recuerdo”, dijo bajando la vista cuando la jueza María del Carmen Roqueta le repreguntó al respecto.
La ex enfermera sí recordó haber visto a “dos o tres detenidas que estaban en un pabellón especial, sin nombre, cerca de la Maternidad, y que se las controlaba como a cualquier embarazada en trabajo de parto”.  “Todas dieron a luz en la sala de partos, en el sector de quirófanos”, contó.
Sin embargo, sus partos no eran registrados en el libro de nacimientos. “Eran las órdenes que recibíamos de Caserotto, el jefe del Servicio”, subrayó Ledesma, y añadió: “A veces había algún soldado apostado en la puerta y yo entraba a verlas siempre con Caserotto. Solamente las revisábamos y no hablaban nada, no respondían a ningún interrogatorio, se las trataba como NN” (sic).
“En estos casos, que fueron entre el 76 y el 78, no sé si el 79, éramos notificados a la mañana que había una señora detenida en el pabellón de Infeccionas y que teníamos que estar atentos a cuando se desencadenara el trabajo de parto”. “No era un tema que se hablaba el de las detenidas y yo nunca vi ninguna mujer tabicada ni atada”, expresó Ledesma.
La tarea de las parteras de guardia era asistir en los partos naturales y llenar el libro y el certificado de nacimiento. “Si era natural y yo había participado, ponía `asistido`, y si el médico hacía cesárea ponía `constatado por el médico`. Si la mujer no estaba con el bebé, yo no firmaba el certificado”.
Las detenidas, según el relato de Ledesma, se quedaban 24 horas en el pabellón de Maternidad, siempre en las habitaciones de los oficiales, que eran tres. “Al pie de la cama se abrochaba una hoja con la información del parto, la indicaciones para el posparto, si necesitaba antibióticos, etcétera. Yo trataba de hablar con ellas pero nunca respondían, mutismo total, por ahí no tenían confianza, y solamente querían tener a su hijo al lado”.
Vagamente, recordó a una joven de pelo largo y castaño que le pidió tener al bebé en el pecho. “Me parece que era un varoncito”, dijo. No obstante, cuando le exhibieron las fotos de las detenidas embarazadas de Campo de Mayo –en uno de los momentos más emotivos de la audiencia– no pudo reconocer a ninguna. “`Ver, oír y callar`, nos decían a los civiles, y yo nunca vi llegar ni irse a ninguna detenida del Hospital. A los civiles no nos decían nada”, se cubrió.
Si bien en una declaración anterior Ledesma había señalado que cuando atendían a las detenidas se quitaban la identificación del delantal blanco que usaban, ayer se desdijo: “Debe haber un error, nosotras lo teníamos bordado y nadie nos pidió que lo tapáramos. Y el doctor también lo tenía”.
El testimonio de Ledesma, con varias lagunas, concluyó con la exhibición de varias fojas del libro de partos  y el reconocimiento de su firma.

Carlos Raffinetti
A continuación prestó declaración Carlos Raffinetti, ex médico ginecólogo del Hospital Militar, cuya presencia fue requerida por la fiscalía y la querella.
Jubilado, de 78 años, Raffinetti trabajó entre 1958 y 1981 en la institución. Entre el 76 y el 81 se desempeñaba en el Servicio de Maternidad a cargo de Casserotto, a quien definió como “una persona difícil”. “Chocábamos bastante. Yo venía con antigüedad en el Hospital y a él había cosas que no le gustaban. Yo atendía mucha gente, mis consultas estaban llenas, tenía gente que me elegía a mí, y esto a él no le gustaba”. “Sus funciones eran manejar el personal, el abastecimiento, todos dependíamos de él, que venía designado por la dirección del hospital y siempre era un militar”.
Sobre Bianco recordó: “Tuve una situación difícil porque él me falsificó un certificado de nacimiento. Eso me trajo aparejados muchos problemas, peritajes, investigaciones, hasta que se pudo comprobar que no era mi firma”. El testigo se refería a la partida de nacimiento de Pablo Casariego Tato, el bebé robado por Bianco y por cuya apropiación éste ya fue condenado.
Y a Raúl Eugenio Martín lo calificó como “un buen especialista y compañero de trabajo”. “Tenía buena relación con él, no me acuerdo si fue director o subdirector del Servicio porque no tuve vínculo directo”, agregó. También recordó a la imputada Arroche y la testigo Ledesma como parte del personal.
Raffinetti atendía por la mañana el consultorio externo y además tenía días de operaciones o de urgencias. Nunca estaba todo el día. “Toda embarazada que ingresaba era recibida por la partera, y ésta decidía si se quedaba o no”, detalló.
Negó saber sobre mujeres detenidas llevada a parir en la Maternidad. “Se decía que había detenidas en Infectología y una partera me comentó que había atendido ahí un parto junto con Casserotto”, dijo Raffinetti, quien aseguró que durante la dictadura nunca entró en el pabellón de Epidemiología: “Era una zona vedada, a la que no debíamos ir, y no sé quiénes tenían acceso a la zona”.
Raffinetti negó además conocer el papel de Bianco en ese sector ni haber visto alguna vez a Riveros o Bignone en el Hospital.

Silvia Bonsignore de Petrillo
Si bien al inicio de la audiencia uno de los secretarios del TOF Nº 6 informó que no se la había podido ubicar, finalmente la obstetra Silvia Bonsignore de Petrillo se acercó a Comodoro Py y declaró, visiblemente desganada, sobre su paso por el Servicio de Maternidad del Hospital Militar.
Viuda, de 71 años, Bonsignore realizaba “una guardia pasiva semanal, con rotativas pasivas los domingos y atendía dos días a la semana por la mañana el consultorio”.
“Detenida yo vi una sola persona, fue una paciente que tuvo su parto una mañana, me llamaron a la sala de partos, ya estaba naciendo el bebé. La mujer estaba con los ojos vendados, nació su bebé y quedó internada en Epidemiología. Yo me fui y no la vi más. Cuando pregunté a las parteras y las enfermeras, me dijeron que la había venido a ver su familia y que se había ido con su hijo”.
“En esa ocasión estaba Casserotto y Nélida Valaris, la partera que hacía guardia conmigo. La explicación que nos dieron era que la mujer estaba en la cárcel de encausados, como otras y que muchas fueron atendidas allí mismo. Valaris y una enfermera, que no recuerdo el nombre, me comentaron que habían ido a buscarlas y después llevado en la ambulancia a la cárcel del encausados”.
El caso que narró Bonsignore fue en la sala de partos, en el sector de quirófanos: “En la puerta había soldados. Bianco, vestido de militar, me dijo que me había tenido que llamar porque no lo había encontrado a Casserotto. Me dijo que era una paciente de la cárcel de encausados. La operé y me fui. Normalmente, después de una operación, es habitual que el cirujano se entere cómo anduvo. Pero a esa mujer no la vi más, no se quedó en el Hospital. Participaron el anestesista, las instrumentadoras, que eran las monjas, y alguien que me ayudó. Ya estaba el quirófano armado cuando llegué. Creo que todavía no estaban los médicos de guardia de Neonatología. Esto debe haber sido en el año 76”.
Bonsignore supo que la paciente provenía de Epidemiología y que no se quedaría para que le hagan el seguimiento habitual, entonces tuvo un altercado con Bianco. “No era una responsabilidad que yo quisiera asumir”, dijo. La testigo se acordó de una parturienta detenida de pelo ondulado, corpulenta, y de otra de pelo lacio. Fueron los dos partos de detenidas que tuvo que asistir, y aún los recuerda porque en el Hospital no había muchos partos, “veinte o veinticinco por mes, nada más”.
Sobre Bianco dijo que tenía dos hijos y que se comentaba que no eran de él. A Riveros recordó haberlo visto frecuentemente en el Hospital, al igual que a Bignone, y cuando éste llegaba se hacía “toda una ceremonia, con cornetas (sic), y nos causaba mucha risa”.

José Aniceto Soria
De profesión enfermero, José Aniceto Soria se incorporó al Hospital Militar en 1976 proveniente de Mendoza, y trabajó allí hasta hace seis años.
Hasta el 2008, se desempeñó en el área de Infectocontagiosas (Epidemiología), que se cerró ese año. Hacía turnos rotativos y durante la dictadura atendió a varias mujeres detenidas.
“En mi turno nunca tuve indicaciones directas ni me dieron el nombre de estas mujeres. Había que hacerle curaciones y las órdenes las daba Casserotto, aunque también se acercaba a verlas Bianco y él a veces daba las órdenes para hacerles las curaciones de las heridas de las cesáreas. Estas pacientes permanecían con la puerta abierta, con personal de guardia, mientras yo hacía las curaciones. Teníamos prohibido hablar con ellas”.
No las vio embarazadas. Las veía llegar con mucho dolor, caminando y custodiadas. “Nos decían que venían de Maternidad y que a estas personas no había que anotarlas. No vi nunca los bebés, tampoco vi que se los llevaran para amamantarlos. Nunca conversé esto ni siquiera con mi familia. Llegué a atender no menos de siete u ocho mujeres. A cuatro de ellas en una sola habitación, todas juntas”.
El enfermero relató de una vez que entró a esa habitación y las detenidas, con migas de pan, habían hecho una especie de flores pero que mirando bien se veía un número de teléfono. “Pero yo no entraba solo, sino con la guardia, y ellos las tiraron a la basura. Ellas agradecían las curaciones”. El testimonio concluyó con el relato de otra ocasión en que Soria debió acompañar, a pedido de Bianco, a una paciente en el asiento trasero de un Renault 12 hasta la entrada del Hospital. Me dijeron que me suba yo también `para que no pensaran mal`”.

martes, 23 de septiembre de 2014

Mañana se inician las declaraciones testimoniales

Mañana miércoles 24 de septiembre van a declarar cuatro médicos que trabajaron en el Hospital Militar de Campo de Mayo:
- 9.30 hs. Cristina Ledesma
- 11 hs. Carlos Raffinetti
- 14 hs. José Aniceto Soria
- 15 hs. Silvia Cecilia Bonsignore de Petrillo
Se requiere presentar el DNI para presenciar la audiencia.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Se negaron a declarar los dos médicos y la partera

(Fuente: Télam)
Los dos médicos y la obstetra, procesados por robo de bebés en la maternidad clandestina que funcionó en el centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico militar, se negaron a prestar declaración indagatoria en el juicio en su contra.
Bignone, de 86 años, y Riveros, de 91, fueron los primeros en sentarse ante los jueces y sólo dieron sus datos personales.
Luego fue el turno del médico traumatólogo y mayor retirado Norberto Bianco, quien tampoco declaró y sólo recordó que cumplió una condena de prisión de "once años, 5 meses y 19 días" por la apropiación y ocultamiento de menores.
Bianco está procesado por haber estado a cargo de la maternidad que funcionó en el centro clandestino de detención de Campo de Mayo.
Tampoco accedieron a declarar el médico clínico Raúl Martín, de 75 años, quien hacia 1976 era jefe del servicio de Clínica médica del hospital militar de Campo de Mayo y la obstetra Luisa Yolanda Arroche de Salas Garcia, de 85 años.
Por otra parte, el Tribunal anunció que el ex jefe del Ejército y actual embajador argentino en Costa Rica, Martín Balza, declarará por escrito como testigo en la causa desde ese país, por lo cual se pidió a las partes que el lunes próximo entreguen el pliego de preguntas.
La querellante asociación "Abuelas de Plaza de Mayo" pidió que se incorpore como nueva declaración testimonial la de la nieta recuperada 83, Valeria Gutiérrez Acuña.
Las defensas de Bignone, Riveros, Martín y Arroche pidieron que los procesados no comparezcan más al juicio hasta el momento de los alegatos finales o cuando deseen ampliar sus declaraciones indagatorias.
El Tribunal Oral Federal 6 está integrado por María del Carmen Roqueta, Julio Luis Panelo y Jorge Humberto Gettas.
En este juicio se analizarán los casos de apropiación de los hijos de Marta Alvarez, Susana Stritzler, Mónica Masri, Valeria Beláustegui Herrera, María Eva Duarte, Myriam Ovando, Silvia Quintela Dallasta, Norma Tato y Liliana Isabel Acuña.
El Tribunal anunciará su resolución a los pedidos recibidos hoy en la audiencia del próximo miércoles a las 9.30.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Abuelas pidió que se sumen casos al debate oral

Abuelas de Plaza de Mayo presentó ayer un escrito ante la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones para que exhorte al juzgado de instrucción a "extremar las medidas necesarias para darle celeridad" al proceso respecto a los casos que aún resta elevar a debate, correspondientes a la sustracción de los hijos de las embarazadas desaparecidas Beatriz Recchia de García, Marcela Esther Molfino de Amarilla, María Teresa Trotta, Rosa Luján Taranto de Altamiranda, Celina Amalia Galeano, Paula Elena Ogando, María Cristina Cournour de Grandi y Ana María Lanzilotto de Mena. 
La investigación de estos casos de embarazadas que dieron a luz en Campo de Mayo está íntimamente vinculada a los que comenzaron a ser juzgados ayer por la mañana. Por tal motivo, Abuelas solicitó a la Justicia una pronta finalización de la instrucción a fin de que estos casos puedan acumularse al debate iniciado ayer ante el TOF 6.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Arrancó el juicio con la lectura de las imputaciones

Con una hora y media de retraso, comenzó hoy el juicio a los médicos apropiadores de Campo de Mayo: Norberto Bianco, quien tenía un papel fundamental en la maternidad clandestina de Campo de Mayo; su colega Raúl Eugenio Martín, jefe de la División de Clínica Médica del Hospital Militar de la guarnición entre 1976 y 1978; y la obstetra Luisa Yolanda Arroche. También escucharon los requerimientos de elevación a juicio Santiago Omar Riveros y Reynaldo Bignone, primero y segundo comandante de Institutos Militares respectivamente, imputados por ser jefes de la zona.
Arroche, de 86 años, está acusada por la alteración de la identidad del nieto Francisco Madariaga Quintela. Ella fue quien constató el parto de Silvia Quintela pero registró al bebé como hijo de Víctor Gallo y Susana Colombo, incumpliendo su deber profesional y privando al niño de su verdadera identidad por más de 30 años.
El secretario del tribunal leyó a continuación las imputaciones –más amplias y por más casos– de Riveros y de Bignone, y de los médicos Martín y Bianco. Este último, nacido en 1945, de especialidad traumatólogo y con el grado de mayor del Ejército, era, junto con el fallecido Julio César Caserotto, el responsable de las embarazadas detenidas y en los hechos dirigía la maternidad clandestina del Campito.
El mismo Bianco las ingresaba por la noche, en su auto, al Hospital Militar, daba órdenes e indicaciones al personal, se encargaba de que los nacimientos no fueran registrados y trasladaba a las parturientas luego de dar a luz de vuelta al centro de detención. Y Bianco mismo se apropió del hijo de la desaparecida Norma Tato, caso por el que ya fue condenado.
Seguidamente, el tribunal leyó un resumen de la propuesta de elevación a juicio de la querella, detallando los casos de las embarazadas, sus secuestros, torturas, partos y “vistos” en Campo de Mayo. Salvo Arroche, quien se retiró pronto, los otros imputados escucharon de principio a fin la lectura junto con sus defensores oficiales.
Entre el público se encontraban los nietos restituidos Pablo Casariego y Francisco Madariaga, los dos nacidos en Campo de Mayo y apropiados por la maquinaria de terror manejada por Riveros, Bignone y, de manera directa, por Bianco. Los dos encontrados gracias a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo. Además, estuvo presente Abel Madariaga, secretario de la Asociación y querellante en este juicio.
La próxima audiencia, con las indagatorias a los imputados, se realizará el lunes 22 de septiembre, a las 9.30.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Comienza este miércoles el juicio a los médicos de Campo de Mayo

COMUNICADO DE PRENSA

Ref: Comienza el juicio a los médicos de Campo de Mayo.

Abuelas de Plaza de Mayo informa que este miércoles a las 9.30 comenzará en los tribunales de Comodoro Py el juicio a los médicos de Campo de Mayo, un desprendimiento de la causa Plan Sistemático de Apropiación de Menores.
Los imputados son Norberto Bianco, quien ocupaba un rol clave en la maternidad clandestina del centro de detención, Raúl Eugenio Martín, y la obstetra Luisa Yolanda Arroche. También volverán a ser juzgados Santiago Omar Riveros y Reynaldo Benito Bignone como jefes de la zona.
Para Abuelas es un juicio importante ya que en el banquillo de los acusados estarán no sólo dos altos jefes militares, sino además tres profesionales que pusieron sus conocimientos y sus matrículas al servicio de crímenes gravísimos.
El Tribunal Oral Federal Nº 6 –integrado por María del Carmen Roqueta, Julio Luis Panelo y Jorge Humberto Gettas– analizará los casos de apropiación de los hijos de Marta Alvarez; Susana Stritzler; Mónica Masri; Valeria Beláustegui Herrera; María Eva Duarte; Myriam Ovando; Silvia Quintela Dallasta; Norma Tato y Liliana Isabel Acuña.
Cabe subrayar que Bianco, que estuvo prófugo más de diez años en Paraguay hasta que fue extraditado, ya fue condenado por la justicia por haberse apropiado del hijo de los militantes Jorge Carlos Casariego y Norma Tato. A pesar de estos antecedentes, espera el juicio en la comodidad de su casa gracias al beneficio otorgado arbitrariamente por el tribunal que entendió en la causa durante la última feria judicial (ver comunicado).
Por otra parte, el debate oral debería haber comenzado el 2 de julio pasado. Sin embargo, una recusación planteada por la defensa de Bianco contra dos jueces del TOF Nº 6 logró postergarlo dos meses y medio, cumpliendo así su objetivo dilatorio. Ahora esperamos que la Justicia actúe con la celeridad y la severidad necesarias para resolver los delitos de lesa humanidad que se investigan y llevar un poco de alivio, después de más de tres décadas, a los familiares de las víctimas.


Ciudad de Buenos Aires, 15 de septiembre de 2014